
FAO: "Una extensa degradación y la escasez cada vez más aguda de recursos de
tierras y agua pone en peligro a varios sistemas clave de producción de
alimentos en todo el mundo, planteando un profundo desafío a la tarea de
alimentar a una población mundial que para 2050 habrá llegado a los
9 000 millones de personas, indica un nuevo informe de la FAO publicado ayer 28 de noviembre.
El Estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura
señala que si bien en los últimos 50 años se verificó un aumento
notable en la producción de alimentos, en demasiados lugares, los logros
se han asociado a prácticas de gestión que han degradado las tierras y
los sistemas hídricos de los que depende la producción de alimentos.
En general, el informe pinta la imagen de un mundo que experimenta un
creciente desequilibrio entre disponibilidad y demanda de tierras y
recursos hídricos en los planos local y nacional. El número de zonas
que están llegando a los límites de su capacidad productiva aumenta
rápidamente, advierte el informe.
El
Estado de los recursos de tierras y aguas tiene como fin sensibilizar a
su público sobre la situación mundial y regional de los recursos de
tierras y exponer la perspectiva de la FAO en materia de recomendaciones
pertinentes para la formulación de políticas. El Estado de los recursos
de tierras y aguas se centra en los siguientes aspectos fundamentales
de análisis: (i) cantidad y calidad de los recursos de tierras y aguas
(ii) tasa de uso y gestión sostenible de estos recursos en el contexto
de los factores de impulso socioeconómicos y las preocupaciones
pertinentes, incluidas la seguridad alimentaria, la pobreza y el cambio
climático.
Esta es la primera vez que se elabora un informe
mundial de referencia sobre los recursos de tierras y aguas. La
información procede de diversas bases de datos espaciales mundiales (p.
ej., de idoneidad de las tierras para el uso agrícola, uso y gestión de
las tierras, degradación y agotamiento de tierras y aguas) en las que
la FAO es la fuente mundial reconocida de datos. Los temas de actualidad
y novedosos en materia de tierras y aguas se tratan de una manera
integrada en vez de sectorial. Las consecuencias de la situación y las
tendencias se utilizan para promover intervenciones correctivas a la
medida de los sistemas de producción agropecuaria de las diferentes
regiones geográficas. Tambien hay mapas, graficos e informes temáticos.
Comprende varios aspectos:

Los
recursos de tierras y aguas del planeta son limitados y sufren la
presión de una población en crecimiento. Las cifras mundiales muestran
un porcentaje relativamente bajo de tierras y aguas realmente destinadas
a la agricultura, pero estas cifras ocultan grandes variaciones
regionales y una serie de desequilibrios locales importantes entre la
oferta y la demanda. La demanda de tierras y agua de los sectores no
agrícolas, y un creciente reconocimiento de la necesidad de cumplir con
los requisitos ambientales intensifican todavía más la competencia. En el capítulo 1 se examinan el estado actual y las
tendencias de los recursos tierras y aguas, su distribución geográfica y
su uso en la agricultura. Se presentan proyecciones de las demandas
agrícolas futuras hacia el año 2050, y se analizan sus consecuencias
tanto para la agricultura de secano y como para la de regadío.

El
aumento de la población aunado a las pautas de consumo son los
principales impulsores de las presiones sobre los sistemas de tierras y
aguas presentados en el capítulo 1. La dependencia social y cultural de
la tierra y el agua se ha transformado con la aceleración de las
transiciones de la agricultura y la urbanización en un mundo más
interconectado. Muchas políticas interrelacionadas como el comercio, los
regímenes de subvenciones rurales y los incentivos a la producción han
promovido el uso de tierras y agua. Pero la gestión de la tierra y el
agua tiende a quedar rezagada respecto a la política macroeconómica y
los planes sectoriales de desarrollo. En muchos casos se ha producido
una gestión activa sólo después de la degradación ambiental. Esta falta
de perspectiva de los recursos naturales persiste, aun donde una base
limitada de recursos naturales y las altas tasas de crecimiento de la
población están ejerciendo una presión extrema sobre los recursos. En
pocas palabras, los responsables de la planificación macroeconómica
tienden a preocuparse más por la oferta y la demanda de productos
agrícolas que por el suministro de insumos de recursos naturales y si
éstos se ven limitados o están llegando a su límite.
La gestión espacial a gran escala de los sistemas de
tierras y aguas se inició al surgir las civilizaciones de los valles
fluviales y el desarrollo agrícola consiguiente. En fecha más reciente,
las instituciones de las tierras y el agua evolucionaron para facilitar
el éxito de la producción agrícola intensiva asociada al adelanto de la
investigación genética, la llamada "revolución verde".
Pero en la práctica se han creado pocas
instituciones de éxito para la gestión integrada de las tierras y el
agua. Investigaciones recientes revelan que las instituciones de las
tierras y las aguas no están al día de las pautas de uso y la
competencia, y rara vez han logrado reglamentar las repercusiones
ambientales y económicas. En este sentido, la armonización de las
políticas y la integración institucional se han mantenido como
aspiración más que como realidad operativa. La planificación del uso de
la tierra y la agricultura, por ejemplo, pocas veces se acopla a la
planificación de las cuencas hidrográficas o a la gestión operativa para
la producción de energía hidroeléctrica o la navegación. En
consecuencia, se puede afirmar que se han sacrificado oportunidades
económicas y que se requiere volver a una integración mucho mejor
informada y rica en conocimientos de las tierras y las aguas.
En este capítulo se examina el estado actual de las
instituciones de las tierras y las aguas y cómo ambas han impulsado
constantemente mayores niveles de producción, y se ha cuidado muy poco
la sostenibilidad social, económica y ambiental, en detrimento de los
recursos básicos de tierras y aguas y de los ecosistemas conexos, con
graves repercusiones en materia de pobreza e inseguridad alimentaria.

Los
capítulos anteriores pusieron de relieve las amenazas actuales y
futuras para los sistemas agrícolas de todo el mundo. Es evidente que
las prácticas actuales y los modelos de desarrollo agrícola que se han
seguido en los últimos 50 años están lejos de ser satisfactorios para
afrontar los desafíos de reducción de la pobreza, seguridad alimentaria y
sostenibilidad ambiental.
Un total de 975 millones de personas, en su
mayoría población rural, no tienen la seguridad alimentaria que se
merecen. Bajo la presión de la agricultura, se están dañando los suelos y
las aguas, se acelera la erosión, avanzan la salinización y la
infiltración de aguas marinas, así como el agotamiento de los acuíferos.
Además, el modelo actual de agricultura intensiva se asocia a fuertes
repercusiones en materia de carbono y gases de efecto de invernadero, al
mismo tiempo que muchos sistemas agrícolas son sumamente vulnerables a
los efectos previstos del cambio climático.

La
situación, sin embargo, varía considerablemente de una región a otra en
respuesta a una combinación de factores biofísicos y socioeconómicos:
el clima, los suelos, las aguas, la población, el desarrollo económico,
así como las políticas nacionales y los cambios mundiales. En el marco
de este estudio global, es necesario entonces describir y analizar los
principales sistemas de producción agrícola del mundo y los desafíos
específicos que afrontan. Los problemas tratados en este capítulo son la
creciente competencia por las tierras y las aguas, la degradación de
estos recursos, y los efectos previstos del cambio climático. Se
presentan con mayor frecuencia y gravedad en los diferentes sistemas de
usos agrícolas de las tierras y las aguas en todo el mundo, y se
analizan los principales sistemas en peligro al final de este capítulo.
Tanto las zonas de secano como las de regadío están
experimentando degradación o corren peligro por las limitaciones de los
recursos de tierras y aguas, las prácticas actuales de uso y gestión de
las tierras y las aguas, y los factores institucionales y
socioeconómicos.
Como
se mencionó en capítulos anteriores, se prevé que más de cuatro quintas
partes del aumento de la producción hasta el año 2050 se verifiquen en
las tierras en explotación a través del aumento de la productividad. Sin
embargo, muchos de los sistemas ya están limitados, ya sea por sus
actuales niveles elevados de productividad, o por problemas técnicos,
socioeconómicos o institucionales. Además, conforme aumenta la
intensidad de la agricultura, los riesgos y ventajas y las desventajas
asociadas, tratadas en el capítulo anterior, se hacen más apremiantes.
Este capítulo analiza las opciones técnicas para avanzar hacia una
'gestión sostenible de las tierras y las aguas', es decir, una gestión
integrada más intensiva de las tierras, las aguas, los nutrientes y
otros insumos para producir un valor agrícola mayor y mantener a la vez
la calidad ambiental y conservar los recursos naturales, locales y
externos.
A pesar de que la superficie agrícola de secano no
ha crecido, todavía se prevé que produzca una tercera parte o más del
aumento de la producción mundial de alimentos en las próximas décadas.
Los sistemas de secano de las zonas templadas ya son muy productivos,
pero afrontan problemas de nutrientes y contaminación por plaguicidas.
Los sistemas de pequeños productores de secano en los países en
desarrollo afrontan muchos más problemas de mala calidad y falta de
humedad del suelo, y grandes riesgos agroclimáticos agudizados por el
cambio climático. También afrontan los obstáculos de la falta de
oportunidades comerciales rentables y de recursos para invertir en
mejorar la productividad.
5. Respuestas institucionales
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Los principales sistemas de producción de
alimentos están en peligro de degradación hasta el punto en que se ve
comprometida la seguridad alimentaria mundial. Es urgente mejorar las
prácticas de gestión de las tierras y las aguas en estas grandes
superficies agrarias de potencial moderado a alto para revertir las
tendencias de degradación y mantener los niveles de productividad.
También será de vital importancia la adaptación al cambio climático en
las zonas productoras de cereales de todo el mundo. Dadas estas
tendencias ¿qué vías se pueden establecer hacia una intensificación más
sostenible?
En algunos países y regiones será prioritario
prestar atención a los sistemas en peligro. Pero más allá de esto, la
gestión sostenible de las tierras y las aguas tendrá que traducirse en
programas nacionales. En este capítulo se establece una dirección para
la ejecución de tales programas en el estado actual y previsto de las
tierras y las aguas. También se indica cómo fortalecer las instituciones
nacionales a fin de proteger los derechos vigentes; cómo adaptar los
conocimientos y la tecnología en colaboración con los usuarios, y cómo
delegar eficazmente los mecanismos de planificación y de gestión de los
recursos de tierras y aguas.
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 En
este libro se esbozan los tres desafíos que afrontan los recursos de
tierras y aguas de los que depende la agricultura: aumentar la
producción de alimentos casi un 70 por ciento para 2050; reducir el
hambre y mejorar los medios de subsistencia de los sectores más pobres; y
minimizar o atenuar la degradación de las tierras y las aguas y de los
ecosistemas en general. Existe una variedad de soluciones técnicas e
institucionales, analizadas en los capítulos anteriores. Es necesario
adaptarlas a los sistemas agrícolas locales y a los contextos
socioeconómicos. Una mejor planificación, unida a conjuntos inteligentes
de incentivos, podrá entonces establecer un marco de inversión que
asigne valores concordados al capital natural. Sobre estas bases, se
puede alentar una gestión de las tierras y las aguas eficiente,
equitativa y sostenible en todas las escalas.
Ya se inició el avance hacia esta nueva "economía
verde". Cada vez más, los gobiernos, la sociedad civil y el sector
privado buscan tecnologías y enfoques que pueden aumentar la
productividad y proteger a la vez los recursos naturales básicos y los
ecosistemas asociados. Se adoptan sistemas para una agricultura más
sostenible y se han creado medidas para superar las limitaciones
técnicas y socioeconómicas.
Sin embargo, a pesar de estos avances, persisten
considerables obstáculos para su adopción. La proliferación de
instrumentos, conferencias y compromisos divergentes consume tiempo y
recursos, con muy pocos efectos prácticos. Es esencial el compromiso
político de las naciones y la comunidad internacional para afrontar los
problemas de manera sinérgica.
 Avanzar
hacia vías más sostenibles de intensificación y ordenación ecológica
exigirá esfuerzos adicionales. Las políticas, las instituciones y las
estrategias de ejecución requerirán ajustes en los planos mundial,
nacional y local para dotar a las organizaciones y los agricultores del
conocimiento, los incentivos y los recursos financieros que necesitan.
Con este apoyo los agricultores pueden aumentar la productividad de
manera sostenible y fortalecer la integración de sus actividades
agrícolas en los ecosistemas locales, equilibrando las compensaciones a
fin de mantener los efectos adversos al mínimo. Un compromiso bien
informado en los ámbitos local, nacional y mundial, orientado a los
sistemas de tierras y aguas en riesgo, brindará a fin de cuentas el
beneficio socioeconómico del crecimiento en general, reduciendo la
inseguridad alimentaria y la pobreza asociada.
Principales mensajes
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SITUACIÓN Y TENDENCIAS
Disponibilidad y uso de los recursos de tierras y aguas
- Existe una variación geográfica significativa en la disponibilidad de tierras consideradas aptas para la agricultura.
El crecimiento demográfico y la demanda de otros sectores ejercen una
presión creciente sobre los recursos disponibles. Suponiendo que se
utilicen sistemas bien adaptados de producción, las tierras que
actualmente están en cultivo son en su mayor parte de calidad óptima (el
28 por ciento del total) o buena (53 por ciento). La mayor proporción
regional de las mejores tierras cultivadas actualmente está en América
Central y el Caribe (42 por ciento), seguidos de Europa occidental y
central (38 por ciento) y América del Norte (37 por ciento).
- En
los países de altos ingresos en conjunto, la proporción de tierras
óptimas actualmente en explotación es del 32 por ciento. En los países
de bajos de ingresos, los suelos muchas veces son más pobres y sólo el
28 por ciento de la superficie cultivada es de calidad óptima.
- La superficie agrícola del mundo ha crecido un 12 por ciento en los últimos 50 años.
La superficie irrigada del mundo se duplicó en el mismo período, lo que
representa la mayor parte del aumento neto en las tierras agrícolas. Mientras
tanto, la producción agrícola ha crecido entre 2,5 y 3 veces, gracias
al aumento significativo de la productividad de los principales
cultivos.
- Sin embargo, en algunas regiones los resultados mundiales se asocian a la degradación de los recursos de tierras y aguas,
y al deterioro de los ecosistemas y servicios relacionados. Estos
incluyen la biomasa, la fijación de carbono, el buen estado de los
suelos, el almacenamiento y suministro de agua, la biodiversidad, así
como servicios sociales y culturales. La agricultura ya utiliza el 11
por ciento de la superficie terrestre del planeta para la producción
agrícola. También consume el 70 por ciento de toda el agua que se extrae
de los acuíferos, ríos y lagos. Las políticas agrícolas han beneficiado
principalmente a los agricultores que tienen tierras productivas y
acceso al agua, desatendiendo a la mayoría de pequeños productores que
siguen atrapados en una pobreza con una gran vulnerabilidad, degradación
de las tierras e incertidumbre climática.
Políticas e instituciones
- Las
instituciones responsables de las tierras y las aguas no han seguido el
ritmo de la creciente intensidad del desarrollo de las cuencas
fluviales y el grado cada vez mayor de interdependencia y competencia
por los recursos tierras y aguas. Se
necesitan instituciones mucho más adaptables y colaboradoras para
responder con eficacia a la escasez de recursos naturales y a las
oportunidades del mercado.
PERSPECTIVAS HACIA 2050
- Hacia
el año 2050 se prevé que el aumento de la población y los ingresos
requiera un 70 por ciento más de producción mundial de alimentos y hasta
un 100 por ciento más en los países en desarrollo, en relación con los
niveles de 2009. Con todo, la distribución de los recursos de
tierras y aguas no favorece a esos países que deberán producir más en
el futuro: la disponibilidad media de superficie agrícola per cápita en
los países de ingresos bajos es menos de la mitad que en los países de
altos ingresos, y la idoneidad de las tierras cultivadas para la
agricultura por lo general es más menor. Algunos países cuya demanda de
alimentos crece aceleradamente también son los que afrontan elevados
niveles de escasez de tierras o agua. Lo más
probable es que la mayor contribución al aumento de la producción
agrícola se dé por intensificación de la producción en las tierras
agrícolas existentes. Para ello será necesaria la adopción
generalizada de prácticas sostenibles de gestión de las tierras, y un
uso más eficiente del agua de riego a través de una mayor flexibilidad y
fiabilidad y una mejor aplicación del agua de riego.
SISTEMAS EN PELIGRO
- Es
necesario hacer un examen crítico de las pautas predominantes de
producción agrícola. Una serie de sistemas de tierras y aguas corre
actualmente el riesgo de deterioro progresivo de su capacidad
productiva, por una combinación de excesiva presión demográfica y
prácticas agrícolas insostenibles. Los límites físicos de la
disponibilidad de tierras y agua en estos sistemas pueden agudizarse aún
más en algunos lugares por causas externas, como el cambio climático,
la competencia con otros sectores y los cambios socioeconómicos. Estos
sistemas en peligro exigen una atención prioritaria de medidas
correctivas, simplemente porque no hay sustitutos.
CONDICIONES FAVORABLES
- Hay
potencial para ampliar la producción de manera eficiente para abordar
la seguridad alimentaria y la pobreza a la vez que se limitan las
repercusiones en otros valores de los ecosistemas. Hay
espacio para que los gobiernos y el sector privado, así como los
agricultores, intervengan en forma mucho más dinámica para avanzar en
la adopción general de prácticas sostenibles de gestión de las tierras y
el agua. Las medidas no sólo incluyen
opciones técnicas para promover la intensificación sostenible y reducir
los riesgos de la producción, también comprenden un conjunto de
condiciones para eliminar las limitaciones e incrementar la
flexibilidad. Estas incluyen (1) la eliminación de
deformaciones en el marco de los incentivos, (2) mejora de la tenencia
de la tierra y el acceso a recursos, (3) instituciones de las tierras y
las aguas fortalecidas y más colaboradoras, (4) servicios de apoyo
eficientes, con intercambio de conocimientos, investigación adaptativa, y
finanzas rurales, y (5) un acceso mejor y más seguro a los mercados.
COOPERACIÓN INTERNACIONAL, INVERSIÓN Y POLÍTICAS
- La
adopción generalizada de prácticas sostenibles de gestión de las
tierras y las aguas también requerirá que la comunidad mundial tenga la
voluntad política para aportar el apoyo financiero e institucional
necesario para fomentar la adopción generalizada de prácticas agrícolas
responsables. Es necesario dar marcha atrás a
la tendencia negativa de los presupuestos nacionales y la ayuda oficial
para el desarrollo asignada a las necesidades de las tierras y las
aguas. Algunas posibles nuevas opciones de financiación son
el pago por servicios ambientales (PSA) y el mercado de carbono. Por
último, existe una necesidad de integración
mucho más eficaz de las políticas internacionales e iniciativas
relacionadas con la gestión de las tierras y las aguas. Sólo
con estos cambios el mundo podrá alimentar a sus ciudadanos a través de
una agricultura sostenible que produzca dentro de los límites del medio
ambiente".
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